Por qué el café descafeinado importa más que nunca
El café de especialidad se basa en la precisión, la excelencia y una selección cuidada. A veces, la calidad técnica —el puntaje, el recuento de defectos, la densidad— se impone sobre la historia que hay detrás del café. Un café que significa mucho para alguien puede, sobre el papel, no superar los 84 puntos.
Afortunadamente, esta mentalidad está empezando a cambiar. Cada vez más, la emoción, la conexión personal y el sabor puro están ganando peso frente a los números. El café vuelve a girar en torno al gusto, la ética y las historias que lo rodean.
Y en este cambio, el café descafeinado empieza a encontrar su lugar, con una creciente oferta de descafeinados realmente excepcionales dentro del mundo del café de especialidad.
El límite de la cafeína
El consumidor medio —incluso los profesionales que catan cientos de muestras al día— solo puede consumir de forma realista 2 a 3 tazas de café al día (unos 280–300 mg de cafeína). La cafeína es potente, y un exceso puede provocar incomodidad, dolores de cabeza o insomnio.
Quienes aman el café por su sabor, y no solo por su efecto estimulante, han empezado a buscar opciones descafeinadas. Durante mucho tiempo, el café descafeinado se consideraba un producto puramente comercial, hecho en lotes enormes y sin apenas atención a la calidad. Pero eso también está cambiando.
Hoy, productores y consumidores están redescubriendo el descafeinado, tratándolo con el mismo respeto, precisión y cuidado que cualquier otro café de especialidad — desde la finca hasta el tueste.
Un siglo de descafeinado
El proceso de descafeinación fue investigado y desarrollado en Alemania, donde en 1905 se abrió la primera planta industrial en Bremen.
El objetivo era sencillo y humano: crear un café sin cafeína para que las personas con problemas de salud o sensibilidad pudieran seguir disfrutándolo.
La cafeína es un polvo blanco, sin sabor ni olor, que está firmemente unido a la estructura del grano tostado. Para romper ese vínculo, se necesita aplicar mucha energía: con disolventes, presión o vapor.
Hoy en día se usan principalmente dos métodos:
Proceso Swiss Water – utiliza solo agua caliente como disolvente; se considera más natural y "limpio", ya que evita químicos agresivos.
Proceso con CO₂ – utiliza dióxido de carbono a presión como disolvente selectivo que elimina únicamente la cafeína, preservando los compuestos aromáticos.
El gran reto
Para los productores, uno de los mayores retos ha sido la escala. Las plantas de descafeinación requieren mínimos de unos 60 sacos (3.600 kg) por lote, mientras que un microlote de especialidad suele tener entre 1.000 y 1.200 kg.
Eso significa que los caficultores deben producir y clasificar tres veces más café de lo habitual — un esfuerzo enorme, tanto en trabajo como en riesgo.
Pero gracias al trabajo conjunto de productores, exportadores y profesionales apasionados, la demanda de descafeinados de calidad está creciendo, y con ella también la oferta.
Nuestro descafeinado: Kenya Nyeri AA
Uno de los mejores ejemplos es nuestro Kenya Nyeri AA, procesado en Bremen con el método de CO₂. ¿El resultado? Toda la acidez brillante, el dulzor afrutado y la complejidad de un buen café keniano — pero sin cafeína.
Un café que puedes preparar con orgullo y compartir con tu familia, incluso por la noche.
Nuestro Kenya Nyeri AA Descafeinado ya está disponible en la tienda.
Elige tu formato favorito:
☕️ Para filtro
⚡️ Para espresso
🇮🇹 Para cafetera italiana
Un nuevo ritual
Hemos descubierto el placer de disfrutar de una taza de café por la noche — algo que hace poco parecía imposible para quienes son sensibles a la cafeína o sufren insomnio tras un café a partir de las 18:00.
Como bien dicen:
Quien bebe descafeinado lo hace porque de verdad ama el sabor, no solo el efecto.